En estos tiempos en los que la gente se empeña en recordar tragedias y, mas aún, perpetuarlas en ley, cabe recordar aquellos otros en los que nuestros problemas no iban más allá del hecho de no poder sentarte en la parte trasera del autobus cuando ibas al colegio.
ología, han hecho de nuestros chavales más "molones", pero les han privado del hecho de disfrutar en compañía de los demás. Nos las apañabamos bien. Quien no recuerda el juego de las canicas, eso si que era tocar bolas; el pinchete, con el que reciclabamos los trozos de ferralla más retorcidos y con el que aprendimos a valorar la lluvía más allá de su valor agrícola; el peón, que hacía marearse a quién lo miraba, pero más aún al que tenía el suyo dentro del círculo y le tocaba lanzar a Metrín, con su patentado y casero peón de encina; a los pistoleros, donde nuestras manos nada tenían que envidiar al mejor colt 45 y nuestra iglesia suponía la mejor réplica del fuerte el Álamo; al bote-bote, que ganaba en adeptos conforme se multiplicaba el índice demográfico en los veranos;al escondite,.......; al pillao,....;.........
